Los niños pueden aportar mucho a la educación de un perro. Perros y niños son una buena combinación, pero necesitamos conocer algunas claves que nos ayuden a fomentar esta bonita relación.
Como vimos en nuestro post sobre los beneficios de la relación entre niños y perros, los niños pueden adoptar ciertas responsabilidades en el cuidado y educación de los animales.
Sin embargo, estas responsabilidades deben ser acordes a la edad y capacidad de cada niño y, en ningún caso, debería ser una obligación para ellos. Recordemos que la mayor responsabilidad del bienestar y la educación debe recaer en los individuos adultos del hogar que, a fin de cuentas, son quienes deciden incluir un perro en la familia.
En general, los perros suelen ser bastante tolerantes con las acciones de los niños, pero las interacciones entre perros e infantes deben ser supervisadas por parte de los adultos para evitar posibles daños que unos u otros se puedan hacer, aunque sea por accidente.
¿Qué tipo de tareas de cuidado y educación del perro puedo compartir con mis hijos?
El cuidado y la educación del perro requiere de una atención diaria, no a cada instante, pero sí a diario.
Así, dependiendo de la edad de los niños y su madurez, podemos considerar las siguientes tareas como asumibles por parte de los niños:
-Compartir el paseo diario.
-Poner la comida y el agua.
-Ordenar los juguetes del perro.
-Bañar y/o peinar al perro.
-Limpiar la orina y las heces que el perro realice en la vía pública.
-Compartir juegos de olfato, pelota, etc.
-Ayudar a relajar al perro.
-Entrenar al perro en obediencia.
Como decimos, la edad y madurez del niño es fundamental para poder compartir la responsabilidad con los adultos. Las tareas que puede afrontar un niño de 4 o 5 años no serán las mismas que las que puede asumir otro de 12 o 13, evidentemente.
Para las etapas infantiles, son recomendables actividades de cuidado como el peinado o ayudar a poner la comida y el agua, u ordenar los juguetes del perro. Los niños más pequeños disfrutan con estas tareas sencillas de cuidado que no implican ninguna responsabilidad (o casi ninguna).
Entre los 7 y los 10 años, podemos añadir tareas como acompañar en los paseos y ayudar en la limpieza del perro, incluso en el entrenamiento de ejercicios sencillos. A estas edades, la capacidad física y las habilidades de los niños van en aumento y, poder realizar actividades positivas en conjunto puede ser una cuestión muy positiva que afiance el vínculo entre niños y perros.
En la etapa de la adolescencia temprana, hasta los 14 años, podríamos incluir las tareas más complejas que cualquier adulto podría asumir. Tareas relacionadas prácticamente con cualquier cuestión del cuidado y la convivencia con el perro.
Obviamente, esta clasificación es totalmente artificiosa y las responsabilidades que un niño o una niña puedan adoptar en la convivencia con un perro, dependerá mucho de su madurez y las habilidades físicas (tengan mayor o menor edad).
La importancia de la supervisión y el ejemplo de los adultos en la educación y convivencia con un perro
Como en tantos otros aspectos del aprendizaje de los niños, estos van a aprender muchas cuestiones de la relación con otras personas (y, por supuesto, con los perros) por imitación. Así pues, es muy importante tener en cuenta algunos consejos sencillos que nos ayudarán a fomentar una correcta relación:
– Habla y trata con cariño al perro. Evita gritar al animal y nunca le pegues.
– Premia los aciertos e ignora (o informa con un no – sin abusar-) los errores.
– Utiliza un código de comunicación sencillo y funcional que sea conocido por el perro y por todos los miembros de la familia.
– Fomenta el descanso y el juego vigilado en el que se potencia la actividad fuera del hogar y el descanso dentro del mismo.
Además de fomentar esta relación positiva y adecuada que sirva como ejemplo, es necesario supervisar de una manera no intrusiva las interacciones entre los perros y los niños. Sabemos que los accidentes se pueden prevenir y en este sentido manejos bruscos o inadecuados de la relación pueden ser el origen de mordiscos o lesiones en perros y niños que no son deseables.
Por ello, debemos transmitir seguridad y unas reglas claras y definidas que pueden ayudarnos a evitar dichos accidentes, tanto a la parte humana como canina. Cada familia tiene sus normas y estas deben ser conocidas por todos los miembros del hogar. Esto debe ser responsabilidad de la parte adulta de la familia y debe ser coherente durante la vida y el desarrollo de perros y niños.
Saber ordenar esta relación no siempre es fácil, así que, si tienes alguna duda al respecto o necesitas la ayuda de un profesional de la educación canina, no dudes en contactar con alguna de las muchísimas entidades que a día de hoy ofrecen servicios de educación canina desde un punto de vista amable para los humanos y, por supuesto, para nuestros amigos los perros.
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Adiestramiento, educación e intervenciones asistidas con animales
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