Los beneficios de crecer junto a un perro están más que demostrados, pero ¿realmente preparamos a nuestros niños y niñas para esa convivencia? ¡Ojo! Debemos enfocar al perro y a las personas para convivir en su entorno social.
Las familias que incluyen un perro como un miembro más de la misma son cada vez más numerosas. Esta percepción integradora de la convivencia entre los seres humanos y la especie canina supone un reto para las familias que deben dar respuesta a este tipo de situaciones.
En esta ocasión, nos queremos centrar en la relación entre los más pequeños de la casa y nuestros amigos de cuatro patas.
Convivir con un perro tiene innumerables beneficios para los niños, quienes encuentran en ellos un soporte a nivel social y emocional, un confesor, un amigo… Así lo refleja el pedagogo y psicólogo experto en infancia Dieter Krowatschek en su libro “Los niños necesitan animales de compañía”, desgranando estas ventajas del contacto continuo entre perros y la población infanto-juvenil. Y así lo podemos encontrar también en numerosos estudios científicos presentados en los últimos años.
Los niños, dependiendo de la edad, tienden a integrar a los perros dentro de sus juegos. Los hacen partícipes, incluso protagonistas de los mismos. En otras ocasiones, los perros buscan la compañía de los niños observándolos en esos juegos, en la realización de sus tareas o mientras descansan.
En general, parece que son situaciones que no requieren nuestra atención; sin embargo, hay cuestiones que nuestros hijos e hijas deben conocer para poder relacionarse de una manera adecuada, segura y amable con nuestros perros.
Aspectos a tener en cuenta en la relación entre niños y perros
1.- Enseñar aspectos sencillos como la empatía hacia los perros.
Que los animales sufren dolor o tristeza es algo que ya sabemos. Pero, ¿son conscientes de ello los más pequeños de la casa?
En función de su edad, debemos explicar a los niños que los perros también sufren dolor si se les pega o se sienten tristes si les regañamos o abandonamos.
Fomentar la empatía hacia nuestros perros, les ayudará a entender que no deben provocarle daño y a fomentar un mejor manejo del perro y de las emociones por parte de los niños.
2.- Explicarles las cuestiones básicas de la comunicación con el perro.
Como hemos hablado en alguna ocasión en este blog, los perros y los humanos podemos comunicarnos de una manera efectiva pero, para ello, debemos enseñar a nuestros perros un código de comunicación funcional. Este código no solo debe ser conocido por el perro, sino también por las personas que se dirijan al mismo, especialmente los niños.
Además, debemos enseñarles a que conozcan las señales que el perro emite cuando se siente cómodo, con miedo, desconfiado o enfadado. Esta es una medida de seguridad que puede ayudarnos a evitar algunos accidentes entre perros y niños.
3.- Fomentar la realización de actividades positivas entre ambos.
Estas actividades pueden ser desde juegos sencillos relacionados con el uso del olfato, otras relacionadas con juguetes como mordedores o pelotas, o sencillamente fomentar el paseo tranquilo y feliz en familia en el que podamos disfrutar de una amable caminata saludable para toda la familia.
4.- Dar responsabilidades al niño en la relación con el perro.
Los niños pueden participar del cuidado y protección de nuestros perros, siempre y cuando ajustemos el nivel de responsabilidad a la edad del niño.
Así, nos pueden ayudar a darles la comida, el agua, en el juego o el paseo, como hemos visto anteriormente.
Todas estas tareas servirán para fomentar el vínculo positivo necesario entre el niño y el perro, para que ambas partes sean felices y para que adquieran responsabilidades en el cuidado de la familia perruna.
Sin embargo, en alguna ocasión nos han llamado desde algún hogar cuyo perro tenía problemas de socialización con otros perros o personas. Y en esos casos, quien era responsable del paseo era un niño o una niña sin apenas recursos para poder gestionar esas situaciones complicadas. Estas circunstancias no son positivas ni para el perro ni para el niño. Por ello, debemos ser conscientes y no dar responsabilidades a un niño si no las puede asumir.
5.- Observar y corregir a tiempo.
Nuestros perros y nuestros hijos son seres maravillosos, y nuestra labor como tutores es guiarlos en su crecimiento para que lo hagan de una manera adecuada y segura. Así pues, debemos mirar atentamente cómo se relacionan entre ellos para poder tomar decisiones a tiempo.
Si un día nuestro hijo pega al perro y le ocasiona un daño, o el perro comienza a gruñir al niño ante una situación determinada de juego o en presencia de comida u otros recursos, inmediatamente deberíamos realizar una consulta a un educador canino que pueda valorar la situación y reconducirla antes de que se dé alguna situación no deseada.
Del mismo modo, deberíamos informar a nuestros hijos de lo que sucede, ya que puede existir dolor, miedo, etc. Esto nos servirá para preservar el bienestar de toda la familia, tanto humana como canina.
En definitiva, perros y niños son un buen maridaje, pero esa relación debe ser gestionada por las personas adultas para que la convivencia entre unos y otros sea adecuada, y reporte los maravillosos beneficios que tiene la relación humano-perro de forma bidireccional.
Perruneando
Adiestramiento, educación e intervenciones asistidas con animales
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