Sabemos que enseñar a un perro a hacer sus necesidades en el lugar adecuado es imprescindible para evitar problemas, pero surgen dudas de cómo hacerlo.
Es a partir de las 8 semanas cuando un cachorro comienza a defecar y orinar lejos de su lugar junto a la madre.
Es, por tanto, en este momento cuando debemos comenzar a enseñar al cachorro a hacer sus necesidades en el lugar que deseemos.
Los veterinarios suelen desaconsejar sacar a la calle al cachorro hasta que tenga todas las vacunas puestas (5 meses). Hasta ese momento, nuestro perro no tendrá más remedio que hacer sus necesidades en casa y deberemos acostumbrarlo a utilizar “su propio aseo”.
Todos hemos oído hablar de ciertas tácticas o trucos para aplicar en este momento pero ¿son realmente efectivos?
El más conocido es el truco de rebozar el hocico al animal en su propio orín cada vez que lo haga fuera del espacio elegido. Sin embargo, los expertos coinciden en que esto no sirve para nada. Es más, podemos conseguir el efecto contrario: el perro sigue haciéndolo en cualquier parte y aprende él mismo a rebozar su hocico cada vez que finalice.
Lo aconsejable en estos casos es acostumbrar al cachorro a hacerlo sobre hojas de periódico o empapadores que previamente hemos colocado en el lugar que consideramos más idóneo.
“Cómo educar a un cachorro”, por ejemplo, nos recomienda hacerlo en lugares como la terraza, aseo o jardín.
Una vez tenemos claro el lugar, procederemos de la siguiente forma:
1º) Desinfectaremos el suelo de la habitación (cocina, baño, terraza…) con limón, vinagre o detergentes enzimáticos.
Nunca lo haremos con lejía o amoniaco porque el perro, al llevar el orín también amoniaco, puede tener el deseo de orinar sobre esta superficie.
2º) Cubriremos una parte de la estancia con empapadores o papel y la parte más superficial la impregnaremos con algo de orina del cachorro (los primeros días y levemente con el fin de que identifique el olor).
La zona donde coloquemos los empapadores nunca debe estar junto a su cama o su comida (pues los perros no hacen sus necesidades cerca de donde comen o duermen) y siempre debe estar accesible por si el cachorro necesita ir (dejar la puerta abierta).
Al principio colocaremos los empapadores cubriendo el 75% del espacio y poco a poco ocuparemos menos espacio hasta que la zona cubierta sea solamente de unos 50 X 50 cm.
3º) Acompañaremos al perro regularmente al lugar elegido para hacer sus necesidades.
“Si mi perro hablara” ofrece una sencilla fórmula para calcular cada cuánto tiempo “llevarle al aseo”: para saber cuánto es capaz de aguantar sin orinar o defecar es tan sencillo como sumar una hora a su edad (meses). Por ejemplo: a un cachorro de 3 meses cada 4 horas (3 meses + 1 hora = 4 horas).
4º) Premiaremos la conducta del perro cada vez que defeque u orine en el lugar elegido, ya sea mediante claras señales de afecto y felicitaciones (caricias, aprobación de forma verbal…) y/o mediante snacks especiales para cachorros (siempre atendiendo a las recomendaciones del fabricante y, por supuesto, de nuestro veterinario de confianza).
Muy pronto observaremos que nuestro perro ha aprendido dónde dirigirse cada vez que tiene necesidad.
Además de seguir los anteriores pasos, debemos considerar que el perro tendrá más necesidad de miccionar o defecar después de comer, al levantarse y después de moverse (jugar, correr…).
Antes de irse a dormir y durante la noche no es aconsejable alimentarlo ni darle de beber (a no ser que nuestro veterinario nos de otras instrucciones), pues mientras dormimos no podemos llevarlo a la zona de aseo. Así evitaremos encontrarnos con una sorpresa al levantarnos.
¿Qué te han parecido nuestros consejos? ¿Conoces alguno más que pueda ser válido para enseñar al cachorro a hacer sus necesidades en un lugar concreto?
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